Muchas veces se escucha decir que “el fular es solo una moda” y otras afirmaciones de ese tipo. ¡Nada más
equivocado!. El fular es una respuesta a una necesidad básica del niño: el sentimiento de cercanía. Es tradición y cultura.
Los beneficios que obtiene el niño a nivel emocional, fisiológico y de seguridad no los puede equiparar ni un "cochecito de fórmula 1".
*Se adapta al desarrollo físico del bebé:
Respeta el crecimiento y forma de su columna vertebral, favorece el correcto desarrollo de los huesos de la cadera.
Ayuda a mejorar la displasia de cadera, porque mantiene la adecuada colocación del fémur mejor que el doble pañal.
* Alivia los cólicos del lactante :
Gracias al movimiento continuo, la suave presión que ejerce el fular y la posición de rana, se estimula la digestión y se disminuyen los dolores de barriga mientras se lleva al bebé.
* Estimula los sentidos y el desarrollo mental:
El movimiento estimula el sentido del equilibrio.
El niño participa de la vida cotidiana desde una postura protegida. Tiene una perspectiva mas clara de lo que ocurre a su alrededor que desde su carrito.
La proximidad refleja la seguridad dada en el útero materno y transmite información táctil y kiniesológica al SN a través de la piel del niño. El bebé siente y descubre más de su propio cuerpo.
Las mamás y los papás sienten más libertad para realizar sus tareas, pues permite tener los brazos libres y más complicidad con el bebé por el contacto piel con piel.
Pero oye si está de moda... mejor que mejor, hay que aprovecharlo.
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